
Herbert George Wells, uno de los precursores de la ciencia ficción, a la vez que historiador, escritor y filósofo aseveró hace más de 70 años que “la historia humana es en esencia una historia de ideas”. Las ideas nos hacen avanzar como civilización. Lo que hace que el mundo evolucione tiene que ver con las ideas. La transformación que estamos viviendo a partir de nuevas ideas surgidas e implementadas en las últimas décadas no deja de sorprendernos por la inagotable capacidad humana de crear, de explorar y de innovar. El ser humano no sólo no permanece indiferente ante el cambio sino que busca reinventarse y redefinirse. Si como afirmó Wells “no hay inteligencia allí donde no hay cambio ni necesidad de cambio”, estamos en condiciones de asegurar que el ser humano del siglo XXI es, probablemente, el más inteligente de la historia. Y en este contexto de inteligencias expandidas discutir sobre ideas, crearlas, potenciarlas, compartirlas, abrazarlas es otro síntoma de evolución del ser humano. Nos enfrentamos a un nuevo mundo, a un mundo en el que las nuevas tecnologías, la conectividad, lo autónomo, la digitalización y tantas fuerzas conectadas confluyen en la creación de un nuevo status quo. Incluso si como humanidad no estamos en el camino correcto, es mucho peor quedarnos quietos, inmóviles. Al final, «la medida de la inteligencia es la habilidad para cambiar» tal y como afirmaba Albert Einstein. ¿Qué está cambiando? ¿Cómo nos está cambiando? ¿Por qué tantos cambios? ¿Cuándo empezar a asumirlos?
El hombre a veces cree que el cambio se da más rápido que su capacidad de asimilarlo. Los primeros pasos de la inteligencia artificial datan de mediados del siglo XX, los primeros intentos de blockchain de la década del 90, los inicios de los robots se remontan al siglo IV en la antigua Grecia, los motores eléctricos allá por 1866 de la mano de un tal Werner vos Siemens, los orígenes de internet a 1969 y el internet de las cosas cerrando el siglo XX, en 1999. Desde el descubrimiento o creación de una nueva forma de hacer las cosas a su implantación pueden pasar décadas, y no todas las ideas llegan a materializarse. En esta era digital, todas las ideas que nos incumben tienen como denominador común el cambio del statu quo. El conjunto de condiciones que prevaleció en un momento histórico determinado está cambiando, evolucionando, transformándose. Lo que tenemos claro sobre nuestro futuro es que lo que conocemos es apenas un médano y lo que ignoramos es el desierto.
Lo que sabemos es que la digitalización es irreversible. Los algoritmos y la inteligencia artificial ya son parte de nuestro ser cotidiano. Las nuevas tecnologías, algunas más nuevas que otras, están re configurando nuestras ciudades, nuestra salud, las oficinas, las tiendas, las empresas, y de a poco, el mundo. Estamos en una coyuntura de definición del futuro de la sociedad toda y de la red con cada vez más objetos conectados, cada vez más diversos y cada vez en más lugares, en espacios como la ciudad inteligente y la oficina y el hogar conectado. La conectividad ya es esencial para garantizar el funcionamiento de nuestro mundo. La red y la tecnología Wi-Fi son tan fundamentales como lo fueron en su momento la electricidad y el agua. Según la consultora Gartner en el 2021, el 20% de todas las actividades en las que un individuo se involucra diariamente, implicarán al menos el uso de uno de los gigantes digitales.

Los siete gigantes digitales son Amazon, Apple, Facebook, Google, Alibaba, Baidu y Tencent. Conforme el mundo físico, financiero y de la salud se harán más digitales, muchas de las actividades estarán directamente conectadas con ellos. Las marcas de la nueva economía están cada vez más presentes en ámbitos menos pensados. El valor y la confianza que las marcas representan les permiten extenderse de manera casi omnipresente. Ciertamente el movimiento hacia empresas nuevas no se da ni de manera espontánea ni dramática sino que forma parte de un ciclo, inexorable, de evolución y transformación. En este sentido no hay más que ver el listado de las Top 20 empresas que más invierten en I + D (más de € 200 mil millones en los últimos doce meses) para comprobar este equilibrio virtual entre las nuevas y aquellas no tan nuevas que han sabido reinventarse.
Amazon
VW
Alphabet
Intel
Samsung
Microsoft
Roche
Huawei
Apple
Merx
Toyota
Novartis
Johnson&Johnson
Daimler-Benz
GM
Pfizer
Bosch
Ford
Cisco
No es casualidad que la mayoría de ellas formen parte del selecto grupo de marcas y de empresas más valiosas del mundo. Existe un mundo en el cuál sí hay más expertos en crear valor más que en recortar costes; un mundo dónde no se predice el futuro, se trabaja, se invierte y se investiga para construirlo. Revisando este listado uno podría ver como los grandes cambios están asociados a su realidad. Sobre este listado, el innovador, Ignacio “Nacho” Villoch realizó la siguiente observación: “IA & Big Data: Amazon, Google (Alphabet), Apple y Facebook. Las 4 empresas de mayor valor en bolsa. ¿Casualidad o causalidad? La industria del automóvil, el auto conectado, el vehículo eléctrico y el autónomo, 5 de 20. GM, Ford, Toyota, VW y Daimler Benz. La salud, la biotecnología: Pfizer, Roche, Merck, Novartis, Johnson &Johnson. Las nuevas tecnologías que lo hacen posible : Intel, Cisco, Samsung, Huawei y Bosch.” Todo el mundo puede ver los datos, no todo el mundo está listo para transformarlos en caminos para avanzar.
No resulta entonces sorprendente comprobar que los países del G20 representan el 92% de la inversión global en investigación y el 94% de las patentes (protegidas por la US patent & Trademark Office).
Otra de las cuestiones a resolver es acerca de la forma de la inteligencia artificial y el machine learning sobre qué manera ofrecerán una experiencia más cercana y aplicable para los seres humanos. Los algoritmos contextualizados han avanzado de tal manera que incluyen una variedad de intervenciones conductuales, como la psicología, la neurociencia social y la ciencia cognitiva. Hoy, las personas convierten sus redes sociales en refugios por voluntad propia. Los consumidores no solo se rodean con las redes sociales afines, y dentro de ellas también configuran su ámbito de afinidad, o ya los algoritmos se encargan de hacerlo por ellos, sino también están empezando, aún de manera incipiente, a personalizar el modo en que experimentan el mundo con tecnologías de realidad aumentada y virtual. Uno de cada tres dice que las redes sociales son su principal fuente de noticias y una cantidad considerable ya valora más las opiniones de sus contactos, que los puntos de vista de los políticos.
En esta extraordinaria era, aquellos que miran a la transformación a los ojos necesitan tener tres estados mentales: serenidad, fortaleza y sabiduría.
Serenidad para aceptar todo aquello que no pueden cambiar.
Fortaleza para cambiar lo que son capaces de cambiar.
Sabiduría para entender la diferencia.
Parafraseando al filósofo y escritor estadounidense Reinhold Nieburh vemos que la coincidencias no existen.
Este ciclo de búsqueda del conocimiento hemos descubierto que aprender es descubrir lo que ya sabemos. Actuar es demostrar que lo hemos aprendido. Porque de nada sirve el aprendizaje que no deriva en acción. Los grandes creadores, los más admirados inventores son todos hijos de la acción, porque hacer es lo único que transforma.
Ciertamente el mundo avanza a dos velocidades (como mínimo). La velocidad de una parte del mundo que ya está en la era digital y la otra mitad. Se da la situación que en términos de población, la primer mitad representa un poco mas del 50% mientras que la segunda el resto. En esta segunda mitad del mundo en que lo digital es un futuro y no un presente, hablar de maquinas, robots, inteligencia artificial, ciudades inteligentes, big data y blockchain suena a marciano, por lo que este escrito está centrado en la mitad “conectada”, que también avanza a distintas velocidades, tanto físicas como legislativas y mentales. Lo que no implica en lo más mínimo ignorar la titánica tarea pendiente de alcanzar el punto de encuentro entre las dos mitades para que entonces tengamos un mundo que avance y progrese colectivamente. Aldoux Huxley escribió en «El fin y los medios» (1937) que «todos deseamos un estado social mejor. Pero la sociedad no podrá mejorarse mientras no se efectúen dos grandes tareas. Si no se establece la paz sobre bases firmes, y si no se modifican profundamente las obsesiones dominantes con respecto al dinero y al poder, no hay ninguna esperanza de que pueda realizarse transformación deseable alguna.» Los procesos de transformación social no son tan rápidos como desearíamos, queda en evidencia. Somos más veloces en abrazar la introducción del smartphone como extensión natural de nuestra vida que de abrazar un cambio de mentalidad.
El ser humano de esta era digital vive ya en la paradoja de privacidad y seguridad de los dispositivos inteligentes. El smartphone se ha convertido en la compañía esencial para el hombre moderno, separarse de él implica que su comportamiento se altera. Más de la mitad de los usuarios de estos dispositivos ya usa alarmas de emergencia, localización o notificaciones. De aquellos que afirman que sus smartphones los hacen sentir más seguros, el 60% afirma que toman más riesgos porque confían en sus teléfonos. Cuando una gran transformación se realiza en la condición humana, trae siempre consigo un cambio gradual en las actitudes, en sus conductas.
Casi nueve de cada diez usuarios de smartphones lo empiezan a usar antes que se cumplan los primeros quince minutos de cada día. Los usuarios empiezan y terminan el día con un dispositivo en la mano. A través de las pantallas se conectan con el mundo, y viceversa. Las personas empiezan, también, a moverse con total normalidad en un futuro totalmente móvil, lo que conlleva que la demanda para la conectividad instantánea y rápida (el tiempo de las redes 5G) será tan necesaria como el aire que respiran. Se estima que a partir de enero de 2018 el ministerio de Industria, Turismo y Agenda Digital de España comenzará la licitación de las primeras frecuencias de 5G, iniciando así un progresivo proceso de transformación que culminará en el año 2020.
Un informe sobre predicciones de Deloitte (TMT Predicciones 2017) que recoge cuáles son las tendencias que marcarán el futuro de diversas industrias confirma la visión de la mayoría, lo que no significa que la mayoría este en lo cierto. El estudio asegura que la velocidad que se conseguirá con esta conexión ofrecerá una capacidad 10 veces al actual estándar 4G , un soporte destinado al internet de las cosas y aprovechar mejor ancho de banda gracias al espectro. Para el año 2018 más de 2,6 mil millones de personas tendrán un teléfono inteligente.
En algunos países la conciencia sobre el impacto del cambio climático ya no es discutible y la exigencia a que las nuevas tecnología respeten el medio ambiente, crecerá rápidamente en el resto de países. La sostenibilidad y el compromiso social dejan de ser postureo para estructurar parte esencial del ADN de las organizaciones del nuevo siglo.
Una cantidad cada vez más considerable considera que los smartphones aprenderán sus hábitos y realizarán sus actividades de manera automática. dos de cada cinco usuarios avanzados de internet en la solo quieren usar servicios encriptados, pero las personas están divididas. Casi la mitad le gustaría tener una apropiada y razonable privacidad en todos los servicios, los otros consideran que la privacidad ya no existe. ¿Existe la privacidad? ¿Existió alguna vez?
Según el informe ConsumerLab de Ericsson el 35 % de los usuarios avanzados de internet quiere un asesor de Inteligencia Artificial en el trabajo y a uno de cada cuatro le gustaría tener un IA como su jefe. Al mismo tiempo, casi seis de cada diez encuestados están preocupados de que los robots IA, muy pronto hagan que muchas personas pierdan sus trabajos.
El miedo a perder el trabajo está mas relacionado al miedo en sí mismo que a una realidad latente. Las máquinas vienen ocupando puestos de trabajo desde que las maquinas existen. Históricamente todos estos progresos han costado un tiempo. El estudio de Deloitte complementa estos datos con una estimación que durante este año que acaba se habrán vendido más de 300 millones de smartphones con capacidades de aprendizaje sobre el comportamiento del usuario, lo que permitirá que los teléfonos mejoren sus tareas sin necesidad de estar conectados a la red. Estas tareas están concebidas del mismo modo que se articula un cerebro humano, con lo que en base de los elementos que emplea el usuario, se define un resultado u otro. La transformación absoluta de todo lo que conocemos acerca del trabajo se llevará a cabo dentro de los próximos 20 años, y nada va a ser capaz de detenerlo.
La transformación ha ido avanzando hacia la cumbre de la complejidad y, una vez asumido que la tecnología ya llegó y ya se adoptó, la cumbre en estos momentos somos nosotros. De nosotros depende que la transformación continúe generando mayor progreso inclusivo en el futuro. Podemos ayudar a hacer que este mundo sea un lugar más increíble que nunca siempre que asumamos nuestro rol y nuestro sitio en este proceso inexorable.
Otro de los grandes asuntos es el de la movilidad. Las continuas migraciones hacia los centros urbanos así como el gran déficit en infraestructuras y la facilidad de acceso a un vehículo están llevando al situación a que los conductores de vehículos podrían no existir en el futuro. Suena paradójico, porque nunca hubieron tantos conductores como en la actualidad. Pero de paradojas no se vive y la transformación en el sector energético también impactarán de manera directa en la movilidad. El fin del combustible fósil y la irrupción definitiva de lo eléctrico así como de otras energías alternativas replantean el escenario. En varias ciudades del mundo muchos peatones se sentiría más seguro al cruzar una calle si todos los vehículos fuesen autónomos. El estudio de Deloitte predice que de aquí a 2022 los fallecidos en accidente de tráfico podrían caer un 16% gracias a la implantación de nuevas tecnologías asistenciales de conducción. En concreto, ve fundamental el frenado automático de emergencia (Auto Emergency Braking), las cámaras, sensores y sistemas de imagen. Éstos llegarán a una sexta parte de los automóviles en EEUU, lo que podrá salvar miles de vidas.
Y es que del mismo modo que el airbag resultó una auténtica revolución para la seguridad vial a partir de la década de los 70, este tipo de tecnología reducirá el riesgo de accidentes en gran medida. Destaca el poder que tendrá el AEB que reacciona en milisegundos y reduce los metros que recorre el coche antes de frenar, con lo que no sólo se evitarían accidentes, sino que se minimizaría el impacto de los mismos.
Los accidentes de automóvil son la principal causa de mortalidad entre los jóvenes de todo el mundo, con mayor proporción entre los que tienen 18 y 24 años. En Europa, los jóvenes con esas edades suponen un 8% de la población, pero representan el 15% del total de muertes en accidentes de tráfico.
Para los fines de semana en que tantos padres y madres se transforman en padres y madres “chofer” (actividades infantiles, cumpleaños, compromisos sociales, grupos de estudio, trabajos prácticos en equipo, volley, fútbol, hockey, baloncesto, parque, decenas de etcéteras) y es indudable que s estuviese a su alcance, la mayoría de ellos preferiría tener un vehículo autónomo. La libertad de disponer del tiempo y de evitar el tráfico no tienen precio. La industria del transporte ya ve como el ecosistema entero se transforma, desde compañías de software, hardware, proveedores de servicios y los mismos fabricantes.
En el informe de Ericsson casi cuatro de cada cinco usuarios de la realidad virtual creen que la RV (realidad virtual) será indistinguible de la realidad en sólo tres años. La mitad de los encuestados ya están interesados en los guantes o zapatos que les permitan interactuar con objetos virtuales. A la virtual también se suma la realidad aumentada: más de la mitad de las personas les gustaría usar lentes de realidad aumentada para iluminar ambientes oscuros y peligros inminentes. Uno de cada tres también le gustaría editar elementos desagradables que se encuentren cerca de ellos. Las tecnologías como la realidad virtual mezclada con la realidad aumentada, que ha dado paso a una nueva innovación que denominan realidad mixta evolucionará sin límite. Gartner proyecta que para el 2020, 100 millones de consumidores comprarán en tiendas de realidad aumentada y los algoritmos alterarán de manera positiva el comportamiento de más de mil millones de trabajadores en todo el mundo.
Indudablemente las “cosas conectadas” abrirán las puertas a que las oficinas, los hogares y todos los espacios físicos se vuelvan “inteligentes”. Las propias cosas generarán tal cantidad de datos que con los algoritmos apropiados sabrán de manera autónoma que hacer, que pedir, que comprar, que dar. La revolución silenciosa del Internet de las Cosas sigue su desarrollo. Precisamente sobre IoT hablaba hace poco con uno de los Consejeros Delegados más brillantes que he conocido. Durante la conversación me hizo ver muchas cosas con otra mirada y una de las cuestiones que me planteó fue: Imaginemos por un momento que llegamos al nivel de la nevera “inteligente y conectada”; ¿en cuánto tiempo y a qué coste veremos a todos los hogares con la nevera del Internet de las Cosas? Yo estimo que en cuanto al tiempo este proceso tardará como mínimo una década, y en cuanto a costes, lo que encontré es que para el año 2019, cada euro que las empresas inviertan en innovación requerirá 7 euros adicionales para el despliegue de la solución. Asumiendo por demás, que el diseño, implementación, integración, operación y gestión de la solución ideada podría tener un costo significativamente menor o mayor al inicial dependiendo de la evolución de las nuevas tecnologías. Para el año 2020, el Internet de las Cosas aumentará la demanda de almacenamiento del centro de datos, el IoT tiene un enorme potencial para la generación de datos a través de los aproximadamente 21 mil millones de puntos que se espera estén en uso en 2020 (sobre una población estimada de 7.758.156.792, sale a una media de 3 por habitante).
Para el 2022, Internet de las Cosas ahorrará a los consumidores y empresas un billón de dólares al año en mantenimiento, servicios y consumibles. A medida que los dispositivos se vuelven más capaces de realizar tareas de auto-aprendizaje hay implicaciones para la industria como ahorrar datos móviles o ahorrar batería o consumo en función del uso. El usuario será capaz de relacionarse mejor con sus objetos y así disparar sus funcionalidades. Algunos mencionan que el universo debe estar en equilibrio y que por cada acción debe haber una reacción. Y la pregunta que emerge es ¿existe el equilibrio en un mundo que avanza a velocidades tan dispares? Indudablemente la propagación de las nuevas tecnologías no han dado tiempo al cliente-consumidor-ciudadano de esta nueva era para absorberlo en todas sus dimensiones. Mientras aún tratamos de adaptar nuestros dedos, muñecas y brazos a esta extensión del brazo llamada dispositivo, la interacción por voz se abre paso para evolucionar nuestra relación con los dispositivos a un nuevo nivel, tanto físico como emocional. Y entre tantos dispositivos, al escritos y profesor Dan Simmons «se le ocurre que nuestra supervivencia puede depender de hablar el uno con el otro.»
La voz se convertirá en la clave en la interacción de las personas con las máquinas. La computación por voz remplazará a las tradicionales interfaces con robots y otras aplicaciones para ser la estrella de la próxima década. La “voz” de cada marca será un nuevo ámbito sobre el que las empresas y organizaciones verán centrar energías y recursos. En 2020, el 30% de las sesiones de navegación web se podrán hacer sin una pantalla. Las nuevas tecnologías centradas en audio, como Google Homo y Amazon’s Echo, hacen posible el acceso a la información basada sólo en interacción de voz.
El ámbito de la voz ha generado además un crecimiento de los chat bots, para las marcas un nuevo espacio de interacción e interrelación con las personas. La tecnología bien aplicada pueda ayudar a humanizar las relaciones entre organizaciones y la gente, tanto interna como externamente. Y mientras algunas empresas se plantean el uso de los mismo, Japón acaba de darle la ciudadanía a Shibuya Mirai, un chat bot que actúa como si fuera un niño de 7 años y ha sido la primera inteligencia artificial en obtener la ciudadanía de un país. Esto no es broma, Shibuya no tiene una forma física, sólo existe en la aplicación de mensajería LINE, donde ofrece respuesta directa a todas las personas que se comuniquen con este.
¿Es el hecho de conceder la ciudadanía de forma permanente a un chat bot otra forma de humanizar a los sistemas de IA y al mismo tiempo es una pista clara de lo que nos espera en futuro muy lejano?
¿Y que más pasara en 2018?
La UE ha elegido cuatro ámbitos estratégicos en los que focalizar sus inversiones hasta 2020; estos son la economía circular, el cambio climático, la seguridad y la digitalización. En total la UE invertirá unos nueve mil millones de euros (menos que lo que invierten Novartis o Toyota en 12 meses), de los cuáles seguridad y economía circular se llevarán mil millones cada uno, la digitalización 1,7 mil millones y el cambio climático 3,3 mil millones. Para la UE de aquí al año 2020 el futuro es circular, digital, natural e inseguro.
En «la historia del amor» Nicole Krauss escribió que «la idea de la evolución es hermosa y también triste. Desde que empezó la vida en la tierra han existido entre cinco mil y cincuenta mil millones de especies, de las que sólo entre cinco y cincuenta millones viven todavía. O sea, que el noventa y nueve por ciento de todas las especies que han vivido en la tierra se ha extinguido.»
Para el año 2022, Blockchain tendrá un valor de 10 mil millones de dólares. Y en 2017 los Hitos de la cotización de Bitcoin nos han mostrado una confianza ciega o un especulación sin límite.
Diciembre: $15.000
Diciembre: $13.000
Diciembre: $12.000
Noviembre: $11.000
Noviembre: $10.000
Noviembre: $9.000
Noviembre: $8.000
Noviembre: $7.000
Octubre: $6.000
Octubre: $5.000
Agosto: $4.000
Junio: $3.000
Mayo: $2.000
Enero: $1.000
Las personas y las empresas buscan seguridad, buscan eficiencia y eficacia, buscan rentabilidad, buscan optimización y productividad, la mayoría buscan resultados inmediatos. Y mientras muchos vuelcan sus esperanzas o temores en las máquinas, hacia el año 2020, el 40% de los empleados podrán reducir sus costos de salud con el uso de un fitness tracker. Los proveedores de salud podrán salvar vidas y reducir costos al actuar de acuerdo a los datos que se registran en los fitness trackers que muestran los riesgos de salud para el usuario.
Según el ingeniero molecular George Church de la Universidad de Harvard «hoy ya contamos con herramientas que nos hacen más fuertes y rápidos. Pero son inorgánicas: un avión, un coche. ¡Pronto serán orgánicas! También tenemos medicinas que nos permiten vivir más. Pero daremos un salto: viviremos jóvenes hasta el día de nuestra muerte. Hoy, ya se puede invertir el envejecimiento de una célula en el laboratorio. Cuando logremos hacerlo en el interior del cuerpo, seremos jóvenes hasta que muramos.» ¿Trabajar hasta morir o poder jubilarse y disfrutar de la vida a pleno rendimiento físico y mental?
Para comprender cómo la relación del usuario con la tecnología evoluciona hay que lograr una mayor y mejor conexión, mejorar los sistemas de ciberseguridad, y basar el crecimiento de los servicios informáticos como servicio se antoja vital para que las empresas sean capaces de adecuarse y optimizarse a las tendencias de los próximos años.
En la búsqueda de optimizar la seguridad el auge de la seguridad biométrica también está evolucionando. La usabilidad de la huella fue sólo el primer paso que permitirá desarrollar y mejorar este tipo de tecnología para llegar a ofrecer información biométrica adicional (como escáner de iris) y poder implantar esta tecnología en soportes menos habituales hasta ahora como el check in en un vuelo, abrir el coche o la puerta de la oficina.
Y recurrentemente hay un regreso constante al tema de la seguridad. En un mundo cada vez más conectado, los ataques a través de denegación del servicio se irán haciendo más frecuentes y a mayor escala cada vez, con lo que serán más difíciles de mitigar. Esta amenaza mayor se deberá a la creciente base de dispositivos conectados (internet de las cosas -IoT-) sin la seguridad suficiente, la posibilidad de ejecutar ataques de malware de forma más fácil sin necesidad de tanto conocimiento técnico así como la disponibilidad de un cada vez mayor ancho de banda. En otras palabras, los “malos” podrían entrar en tu casa, en tu nevera, en tu Smart TV, en tu energía. Teniendo cada vez más dispositivos conectados y con mejor conexión, la exposición será mayor, con lo que los clientes demandarán cada vez más sistemas seguros contra ataques, lo que podría llevar a un incremento en los costes y por tanto en una ralentización de la adopción por parte de la gente. Algunos podrían hasta plantearse mantenerse en un ámbito analógico con tan de mantener su privacidad y su seguridad.
El acceso a sistemas de navegación en interiores permitirá mejorar servicios de emergencia, mejorar la situación de los minoristas en el tiempo invertido en su negocio gracias a, por ejemplo, dotar de información útil en centros comerciales e incluso se pueden trazar el posicionamiento de los usuarios en determinadas situaciones para así aprovechar esos datos y actuar para satisfacer demandas puntuales (comercios, viajes, convenciones, comunicaciones o incluso videojuegos).
El potencial de una navegación interior precisa es revelador y podría ser transformador. Nuevamente muchas personas no querrán que se las “siga” en todo momento, queriendo tener cierta “intimidad”, aunque suene esto a falacia en la era digital. Sin embargo, será un reto ofrecer la precisión de la información obtenida y sobretodo saber interpretarla y ponerla en valor, lo que se ve es probable que sea difícil de ver en el corto plazo. Pero una vez que el cliente pueda recibir el beneficio de los datos que proporciona, entonces podríamos empezar a hablar de un quid pro quo entre quienes reciben la información y quienes la generan.
Lo digital como servicio
El crecimiento de la división de servicios da un nuevo impulso a Apple. Uno de los datos relevantes del último reporte fiscal del gigante de Cupertino son las ganancias de Apple en el marco de la división de servicios, cuyo incremento en los últimos tiempos es tan significativo que si fuese una compañía independiente estaría dentro de Fortune 100 y poco le faltaría para alcanzar a Facebook.
En este sentido, esta categoría, que abarca los contenidos digitales de la firma o la aplicación Apple Pay, registró 7.266 millones de dólares, un salto del 21 % respecto al tercer trimestre de 2016, que fue de 5.976 millones. Además, Apple ya tiene 195 millones de personas pagando por alguno de sus servicios de suscripción, como por ejemplo iCloud o Apple Music.
Históricamente las empresas compraban el hardware informático, de telecomunicaciones y el software para proveer a sus empleados de la conectividad necesaria para llevar a cabo las tareas del día a día. Ahora, gracias a la concepción de la informática como servicio y a la adopción de nuevos sistemas de conexión las empresas no se ven obligadas a tener que comprar este tipo de sistemas sino que se basan directamente en la contratación de soluciones. Ajustando así presupuestos y pagando exactamente por lo que se usa, sin desaprovechar equipos.
El factor de las personas
¿Puede la tecnología resolver todos los problemas de la humanidad? Puede, absolutamente, pero si lo hará o no dependerá enormemente de si los humanos le permiten vivir a la altura de su potencial. Lo que ocurra en el futuro también depende en gran medida de descubrir que lo que sabemos ahora probablemente sea incorrecto.
La futurología es un juego arriesgado. Pero lo cierto es que todos lo informes que he leído hablan de aquellas cosas que ya conocemos. No hay nada de lo que los reportes sobre tendencias describen que nos dejen verdaderamente sorprendidos. Ya todos, al menos una vez, hemos oído, o visto o vivido algo relacionado con IA, coches autónomos, IoT, medicina genómica o biotecnología, dispositivos y ciudades inteligentes, máquinas, robots, chat bots y tantos etcéteras. El futuro tiene mucha cara de nuestro presente.
Lo que sería realmente fascinante es poder viajar al futuro, pero como de momento no es posible tenemos que entender nuestro contexto, y lo que es real y lo que no.
Si pensamos en todas las teorías profundas, pero erróneas, que han existido a lo largo de los años desde la Tierra plana hasta hoy. Gran parte de lo que creemos que sabemos hoy, para el año 2100, se considerará pseudociencia arcaica.
Si nuestras creaciones tecnológicas nos ayudan a comprender verdaderamente el pasado, de modo que no repitamos los errores en el futuro … del futuro sería fantástico.
Es mientras se habla de una tercera guerra mundial que una gran cantidad de tecnología futura, algunas aparentemente simples, otras increíblemente complejas, cambiarán el mundo.
El progreso es maravilloso e indudablemente todo lo que observamos y vivimos es fruto del talento, del esfuerzo, de la creatividad, de la curiosidad y de la imaginación del ser humano. El profesor de tecnologías emergentes y director del Instituto de Futuros Creativos en Escocia Andy Miah, afirma que seremos capaces de perfeccionar la especie humana, de influir en la evolución. Y el gran debate será ver hasta dónde estamos dispuestos a llegar en este camino. ¿Y esta evolución será para todos, o sólo para aquellos que puedan pagarla? ¿Profundizaremos las diferencias o se achicará la diferencia de velocidad y de accesos?
Con todo os comparto un último planteamiento, mezcla de inquietud y duda. Hablamos de comprar Bitcoin, de digitalizar la empresa, la casa, la ciudad, de implementar chat bots, de incorporar robots, de mejorar los algoritmos, de enseñar a la inteligencia artificial. Se habla mucho de tecnología y casi nada de personas. Es cierto, me dirán, que la tecnología está creada por personas y su fin, en general, es la persona, aún así no acabo de ver con claridad el lugar destacado del ser humano en estas formulas del futuro. Por lo que la pregunta que vuelve a redundar en mi mente es: ¿Dónde cabe el ser humano?
Steve Wozniak, co-fundador de Apple, opina que los ordenadores habrán superado a los seres humanos e incluso podrían competir con nosotros en materia sentimental.
«En 40 años tendremos ordenadores conscientes, dotados de sentimientos, de su propia personalidad. Tu mejor amigo será una computadora. Hablarás con ella. Te mirará a la cara y sabrá reconocer tu estado de ánimo. Conocerá tu alma y tu corazón mejor que nada ni nadie». ¿En la búsqueda de la atención de la gente, vale afirmar cosas así? ¿Verdaderamente lo cree Wozniak? ¿Tendrá razón? Mi visión es que claramente lo único que no se podrá automatizar es la emoción humana. Entre tantos avances tecnológicos dejemos un espacio relevante para aquello que somos, y preguntémonos nuevamente, ¿qué queremos ser?
El hombre en reiteradas ocasiones a través de la historia se topa con el cambio; pero el humano, ideas mediante, transforma el mundo; y se transforma a sí mismo en el proceso. Sería fabuloso que el 2018 sea, o vuelva a ser, el año del ser humano, un cambio tan esencial como transformador. Hace mas de ciento treinta años el poeta y escritor Víctor Hugo nos recordaba que «lo que conduce y arrastra al mundo no son las máquinas sino las ideas».
Una empresa sensata es aquella que se adapta al mundo alrededor de ella. La empresa no sensata espera que el mundo se adapte a ella. Por lo tanto todo progreso es construido por las empresas no sensatas. La construcción del progreso no es ni rápido ni fácil, pero es signo de inteligencia y de humanidad.
El individuo mas inteligente es el que más sobrevive, no importa el metodo, solo la eficacia.