La amenaza que representa el cambio climático es inmensamente mayor y más preocupante que cualquier otra. Recordarlo nos ayudará por encima de todo al fomento de la conciencia pública sobre el impacto que nuestras decisiones, o la ausencia de ellas, genera sobre la Tierra. Demasiado poco para la tragedia que se vive, pero más que nada.
La 21ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) culminó un largo proceso de negociación que empezó en la COP de Durban en 2011.
Poner de acuerdo a 195 países se presentaba como menos fácil que colonizar Marte.
Y aunque el optimismo no sobraba, se dieron pasos para alcanzar acuerdos vinculantes tras la misma. Muchas voces autorizadas dijeron que París no era el final de un proceso de cambio climático, sino un nuevo principio.
En pleno siglo 21, en muchas partes del planeta, tener, o no, acceso a agua potable es la diferencia entre vivir o morir. Se estima que unos ciento setenta niños por hora mueren cada día por falta de ella. (Inhale, vuelva a leerlo, siga).
La raza humana ya ha consumido el 80 por ciento de sus recursos de agua dulce naturales. Quedan aproximadamente sólo 8 mil metros cúbicos de agua potable por persona por año, ante los 9 mil en 1990 y los 15 mil en 1900.
Más de 2,5 mil millones de personas tienen acceso a agua potable y 3,5 mil millones tienen dificultades ante este acceso .
El agua no es un tema menor, aunque no es el único asunto importante. “El acceso al agua potable en una comunidad mejora de manera decisiva aspectos como la educación y la igualdad de género. Contar con un punto de agua cercano al hogar mejora los índices de asistencia al colegio, lo que además contribuye al cumplimiento de otro Objetivo del Desarrollo del Milenio, garantizar la educación primaria universal”, confirmaba la directora general de Plan Internacional, Concha López.
No es cotidiana la conciencia de este problema y menos aún la posibilidad de ayudar a erradicarlo.
En un artículo de la revista Nature, encontré más cifras que despiertan conciencias. En el mundo hay 422 árboles por persona, en promedio. La buena noticia es que esto es 7,5 veces más de lo que se pensaba. La mala, es que cada año se pierden 15.000 millones de ejemplares.
Es probable que el ser humano no asuma que el mundo es finito.
Desde Stephen Hawking hasta Al Gore, desde Greenpeace hasta la ONU, la llamada de atención sobre el desgaste de nuestro planeta ha sido, y sigue siendo cada vez mayor. De momento, el alarmismo, en unos casos, y la realidad en otros, no han llegado a despertar las conciencias globales.
Las diferentes realidades en unos y otros lugares de la Tierra, hacen que la concientización lleve mas tiempo del esperado.
Países más desarrollados, en vías de desarrollo, sub desarrollados, o sin desarrollo pelean por diferentes conciencias según su realidades y prioridades.
Somos testigos de cómo suben las temperaturas, se degrada la atmósfera, se deshiela el Ártico, y fenómenos naturales que no se veían hace décadas se suceden.
Si se confirmarán las peores amenazas del calentamiento global, varios países nórdicos- Canadá, parte de Europa, Rusia, entre otros- se volverían mucho más fértiles y cultivables y habitables de lo que son ahora, mientras que países de África, o Asia se verían seriamente damnificados.
El ex Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon recordaba que “las grandes decisiones que tenemos por delante no corresponden solo a los legisladores y los dirigentes mundiales. Por ello hago un llamamiento para que todos nosotros seamos conscientes de las consecuencias que tienen nuestras decisiones sobre el planeta y lo que supondrán para las generaciones futuras.”
Algunas empresas se movilizan
En tiempos en los que el medio ambiente tiene un lugar importante en los objetivos de todo el mundo, algunas corporaciones dedican mayores esfuerzos por incorporar la ecología/sostenibilidad en las empresas y ejercer un menor impacto en el planeta. Los objetivos de estas empresas “verdes» no solo están orientados a la viabilidad económica, sino que parte de ellos luchan por alcanzar metas de protección ambiental.
Es cierto que muchas de estas empresas verdes desarrollan una actividad que les obliga a mitigar el impacto negativo que ejercen sobre el medio ambiente, y, paradójicamente, es eso lo que las convierte en pioneras de la sostenibilidad. Pero, sin importar el sector al que se dediquen, lo cierto es que crean herramientas ecológicas valiosas y sirven de guía para muchas otras.
Es normal que mucha gente aún se pregunte qué son las empresas verdes, ya que ven como los medios de prensa se refieren a compañías petroleras y energéticas con ese término.
Empresas verdes son aquellas que promueven y ejercen la sostenibilidad con mecanismos de gestión de residuos, eco-edificación, agricultura ecológica, motorización eléctrica y/o reciclaje. Siempre que tengan políticas sostenibles, no se excluye de este término a las empresas que trabajan en sectores contaminantes todavía necesarios hoy en día.
Hay bastantes ejemplos de empresas ecológicas que facturan mucho dinero y que gozan de reconocimiento en el mundo corporativo.La realidad es que no todas las llamadas empresas verdes protegen el medio ambiente por realizar una labor social o por cuidar el planeta, muchas simplemente supieron sacar provecho a las políticas de conservación para ganar más dinero y convertirse en negocios verdes rentables.
Para iniciar un verdadero negocio ecológico hay que definir la misión en procura del bienestar social, plantear los objetivos comerciales y determinar su impacto ambiental.
También se debe reducir el consumo de productos y servicios contaminantes, y desarrollar estrategias de comunicación orientadas a instaurar una cultura ambientalista, entre otras iniciativas.
Guardianes de nuestro planeta
Y aquí hay una pista esencial de cómo enfrentar esta amenaza. A la tarea de los gobiernos, las instituciones y las empresas, debe sumarse el compromiso de cada ciudadano, en la medida de sus posibilidades y en función de sus realidades.
Que nosotros seamos conscientes de las consecuencias que tienen nuestras decisiones sobre el planeta y lo que supondrán para las generaciones futuras es un primer gran paso. La ironía de toda esta preocupación es en realidad no enfocar con precisión quién será el verdadero perjudicado: ¿la Tierra o el Hombre?
Cuidar la Tierra no es otra cosa que cuidar al ser humano.
El Planeta podrá seguir existiendo bajo cualquier condición, pero quién no podrá sobrevivir en él bajo cualquier circunstancia es el Hombre. El cuidado del medio ambiente es una preocupación centrada en la naturaleza para preservar al genero humano. El hacer posible la habitabilidad del hombre en la Tierra depende de esta conciencia y como se aplique.
Isaac Asimov recalcó que sólo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: la guerra contra su extinción.
El alerta frente al cambio climático tiene cada vez mayor difusión. El cambio climático amenaza a -casi- todos por igual, a ricos y pobres, a europeos y africanos, mujeres y hombres. Sin embargo, el listado de los países más inmediatamente amenazados se parece mucho a la lista de los países más pobres, porque una sequía, una inundación, no tiene el mismo efecto en un país con recursos como en otro sin ellos.
Y mientras avanzamos hacia el futuro, protagonizamos una era en la que nunca hubo tanto progreso para el ser humano. Son datos, no opinión.
Como siempre, los desafíos ante el progreso deben ser tomados muy en cuenta y muy en serio. Cuando la máquina de vapor de James Watt echó a rodar, en la atmósfera había unas 300 partes por millón de dióxido de carbono, el principal gas que está calentando el planeta. En el verano de 2013 se superó la cifra de 400, algo así no había pasado en los últimos 800.000 años.
Sigue en pie, pendiente, la batalla por construir una relación más equilibrada del progreso con la naturaleza, y también con la tecnología.
“Los riesgos tecnológicos, especialmente la biología sintética, la inteligencia artificial y la nanotecnología, parecen suponer una mayor amenaza que los riesgos naturales, con la posible excepción de las pandemias”. Dice dice el investigador del IFH Stuart Armstrong. “La guerra nuclear también es una gran amenaza y es un riesgo antropogénico aunque no sea estrictamente de origen tecnológico”.
Algunos dicen que la Madre Tierra habla. Otros dicen que al final el problema no será tanto que se acabe el mundo, sino que siga como está.
Próxima parada Glasgow y más allá
La reunión de 2021 será la 26ª reunión, por lo que ha sido denominada COP26. La COP25 se celebró en Madrid y terminó con muchos problemas sin resolver, pero se llegó a un acuerdo sobre la reducción del dióxido de carbono, un gas que causa el calentamiento global. Cada nación acordó diseñar un plan para reducir sus emisiones de carbono para la próxima conferencia en Glasgow.
La COP26 reunirá a las partes para acelerar la acción hacia los objetivos del Acuerdo de París y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Será el evento climático más importante desde el Acuerdo de París de 2015.
Los presidentes y primeros ministros de todo el mundo informarán sobre el progreso desde el Acuerdo de París y posiblemente tomarán nuevas decisiones sobre cómo reducir las emisiones de carbono. Que la suma de contradicciones e ironías se transforme en claridad y acción.
Real y necesario poner en debate todos los aspectos de la sostenibilidad. Y pasar a la acción el ser Humano debes salvar al planeta cuidandonos unos a otros. Parece ingenuo pero es crucial incentivar la cultura del Ser Humano integrado a la naturaleza y equilibrar con el Tener. La tecnología y el conocimiento de la condición humana puede ser una oportunidad para igualar e incluirnos en la construcción de un futuro sin las tres amenazas que describiste en la gráfica (covid 19; reseción y cambio climático)… Un abrazo desde un pequeño pueblo Entrerriano