
Hay eventos en la historia de la humanidad que marcan. Hay momentos en la historia de la humanidad en los que muchos eventos simultáneos de magnitud se transforman en un nuevo orden. El desorden es el nuevo orden.
Rusia ha iniciado la guerra más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Irán tiene el gobierno más belicista, terrorista y peligroso de su historia. La nueva relación entre Rusia e Irán es una amenaza directa para la UE y los países europeos. La cooperación ruso-iraní podría prolongar la guerra en Ucrania, aumentar la capacidad iraní para avanzar en su programa nuclear, desestabilizar el Medio Oriente y socavar la influencia occidental en las instituciones de gobernanza global.
China se ha vuelto más belicosa hacia Taiwán. Azerbaiyán avivó un conflicto que llevaba activo siglos al invadir Nagorno-Karabaj. Golpes de Estado en Níger, Mali, Guinea-Conakri, Sudán, Burkina Faso y Gabón, todas ellas excolonias francesas. Si sumamos conflictos existentes en Yemén, Etiopía, el Sahel, por nombrar algunos, el mundo está en “turmoil” (confusión, agitación, desorden).
Y en los últimos días, el sangriento y sádico ataque terrorista por parte de la organización terrorista Hamas, ha congelado la sangre del mundo libre.
Escenas de violaciones, secuestros, matanzas, contra la población civil. Lluvia de cohetes, disparos contra niños, jóvenes, mujeres y ancianos. Una carnicería. Hasta ahora, más de 1.000 asesinados y más de 3.000 heridos, muchos de ellos de gravedad. La gran mayoría civiles.
Sin embargo, a pesar del profundo dolor que provocó este ataque terrorista sin precedentes, el pueblo de Israel se mantiene fuerte y unido.
Es importante recordar que Israel tiene el derecho legítimo de defenderse contra los ataques terroristas. Cualquier país en el mundo haría lo mismo para proteger a sus ciudadanos.
Además, Israel ha demostrado su compromiso con la paz en numerosas ocasiones, buscando soluciones diplomáticas y trabajando con la comunidad internacional para encontrar una resolución pacífica al conflicto. Los esfuerzos de mediación de la comunidad internacional son vitales en este proceso.
La violencia solo perpetúa el sufrimiento y obstaculiza el camino hacia una solución pacífica.
A medida que Israel enfrenta este desafío, es crucial que la comunidad global apoye los esfuerzos para lograr la paz.
La paz es un objetivo noble y alcanzable, y con la determinación y el compromiso de todas las partes involucradas, puede llegar un día en el que los ciudadanos de Israel y Palestina vivan en paz y prosperidad.
Con acciones criminales como ésta Hamas, apoyado por Irán y Rusia, entre otros, demuestra que la paz no está en su hoja de ruta.
En su hoja de ruta, la destrucción de Israel es tan sólo una parte del plan.
Lo que viene después es la destrucción del mundo libre. Aquel en el que se vive en democracia, con libertad de expresión, con derechos y obligaciones, con justicia y en el que la convivencia, la diversidad y la libertad son ejes fundamentales. Nada de eso gusta a los terroristas, acostumbrados a la amenaza, la extorsión, la violencia y la muerte.
El infame ataque contra civiles, muestra su cobardía atacando a una población que estaba disfrutando de un festival de música, un pic nic o simplemente de un día de descanso y desconexión.
Y a sabiendas que con este ataque terrorista harían que Israel responda, no les importó el sufrimiento futuro de los dos millones de gazatíes. Sólo importa destruir el Estado de Israel y matar judíos.
“Los miles millones de dólares en ayudas que recibieron a lo largo de los años podrían haberse destinado a convertir Gaza en una sociedad productiva, con escuelas, universidades e infraestructuras decentes, que podría haber sido un modelo para un futuro Estado palestino con Cisjordania.
En lugar de ello, Hamás ha dedicado la mayor parte de sus energías y recursos a cavar túneles hacia Israel y a construir cohetes para intentar destruir a un enemigo mucho más poderoso, privando así a los gazatíes de cualquier oportunidad de desarrollar todo su potencial, a través de un gobierno que sea decente, democrático y productivo”, Nahum Barnea, veterano columnista
“Personalmente, no creo que Hamás pueda ser nunca un socio para una paz segura con Israel. Hamás ha tenido demasiadas oportunidades durante demasiados años para demostrar que las responsabilidades de gobernar en Gaza moderarían su objetivo de destruir el Estado judío.
Resulta que no es más que una mafia islamista palestina, interesada únicamente en preservar su control sobre Gaza y dispuesta a servir de gato por liebre a Irán en lugar de hacer de su principal objetivo un nuevo futuro para los palestinos de allí y de Cisjordania. Su historia de gobierno en Gaza es vergonzosa”, profesor Victor Friedman
En tiempos de dificultad, la resiliencia de Israel y su capacidad de levantarse después de cada caída, por grande que sea, son un recordatorio de la fortaleza del espíritu humano.
Casi todas las personas que vivimos en el mundo libre, creemos en la paz, así como también en la defensa de la libertad, la democracia y el Estado de Derecho.
Hoy, lloramos la muerte de tantos inocentes, y nos angustia la realidad de más de 130 niños, jóvenes, mujeres y ancianos secuestrados y llevados a Gaza, para ser torturados y eventualmente algunos usados como moneda de cambio.
«Desde el Holocausto no se había matado a tantos judíos en un solo día. Y desde el Holocausto no hemos sido testigos de escenas de mujeres, niños y abuelos judíos –incluso sobrevivientes del Holocausto– siendo metidos en camiones y llevados en cautiverio», dijo Isaac Herzog, Presidente de Israel.
El terrorismo es una lacra, y en su haber nunca podrá encontrarse una contribución positiva a la sociedad que dice representar.
Encontrar vías de diálogo que puedan llevar a una paz duradera en la región debería dejar de ser una utopía.
En estos días aciagos reverberan las palabras de Golda Meir, cuando los árabes amen a sus hijos, más de lo que nos odian a nosotros, entonces tendremos paz.
Son tiempos muy complejos y del ser humano depende transformar este tremendo desorden en una nueva oportunidad para salir más fuertes, más libres y más humanos. No es fácil, pero si impostergable.