
Rápido, más rápido, más. Más y más rápido. La vida se nos aceleró de tal manera que las pausas y los silencios casi han desaparecido. Al inicio me chocó, pero luego se me normalizó el empezar a escuchar los audios de WhatsApp a velocidad 1.5x.
Me resultó natural pasar a oírlos a 2x. Tanto se naturalizó el “acelerar” la vida, que cuando quería escuchar alguno en 1 me parecía extraño, hasta incómodo.
Los últimos años han sido vertiginosos.
Había que llegar a todo, intentar estar en todo, leerlo todo, mirlo todo. Todo como utopía porque es inviable, por no decir imposible, abarcarlo todo.
El FOMO (Fear Of Missing Out) se transformó en algo vintage al lado del RA (Reach All).
Como observador de la dinámica de transformaciones sociales, noté con interés y preocupación como estaba creciendo el número de personas que aumentan la velocidad de reproducción.
Pero ya no sólo de los audios de WhatsApp sino también de series, películas, audiolibros o podcasts.
¿Refleja la obsesión de optimizar el tiempo?, me pregunté.
Pero sino puedes detenerte a disfrutar de una serie, o de escuchar una buena entrevista, o el audio de alguien cercano o querido, ¿Estamos optimizando o estamos malgastando el tiempo?
Esta extraña moda de escucharlo o verlo todo al doble de velocidad, es un claro signo de estos tiempos veloces, ansiosos, acelerados, impacientes.
Y esta nueva práctica, ya normalizada en tantos ámbitos, tiene consecuencias.
En mi caso me llevó a relacionarme cada vez peor con la paciencia y el tiempo.
Ese “todo” que mencionaba antes me resultaba desquiciante. Hasta tal punto que era como vivir arriba de un Formula 1 y todo lo que no iba a esa velocidad me generaba stress. Vaya ironía.
Muchos psicólogos confirman lo que pensaba, o sentía, las personas se aburren luego en la vida real, la que va a velocidad normal.
Esta rara tendencia, hija de la era digital, de «hacerlo todo en menos tiempo» ha llegado a las plataformas de contenidos de todo tipo y cada vez son más los que eligen una velocidad de 1,5x.
Los denominados fasters son cada día más.
En mi libro TOTEM desarrollaba un capítulo sobre la cultura de la inmediatez. Describía como casi todo el contenido, desde películas hasta series, desde libros hasta álbumes musicales, se acortaban cada vez más en relación a las últimas décadas.
Pero la vida acelerada ya no va sólo de contenido.
Queremos saber lo que nos dice el otro lo más rápido posible, para contestarle enseguida y continuar haciendo otras cosas.
¿Se trata de exprimir al máximo la vida perdiéndonosla?
Esta especie de “movimiento» cada vez más amplio, el de los faster, nos lleva a re preguntarnos en qué tipo de sociedad anhelamos vivir.
Cuando las series, los audios, la vida transcurren a su ritmo natural los faster se aburren. Da la sensación que todo les parece demasiado lento y eso tiene algunas consecuencias directas: desconectan en las conversaciones, les cuesta tener una atención continua, se ponen ansiosos, cogen el móvil y se distraen.
La impaciencia es compatible con que están acostumbrados a una sobreestimulación y todo les sabe a poco.
Y los que lo hemos padecido sabemos que cuando la estimulación se reduce, genera un poco de síndrome de abstinencia.
La vida, con los años, da la impresión de pasar más rápido.
Un mes de vida a los 25 es muy distinto que a los 50. Uno parece una eternidad, el otro un chasquido de dedos.
¿Entonces por qué acelerar lo que se acelerará de manera natural?
Las razones para acelerar podrían estar reflejando esa obsesión por optimizarnos, por hacer más (no mejor) en menos tiempo. Como si nos hubiésemos auto impuesto también esa ‘obligación’ de estar al día, de consumirlo todo, todos los contenidos, sin renunciar a nada y cuanto más rápido mejor, series, podcasts, audiolibros.
¿Qué nos queda si todo va tan acelerado?
Lo que pasa es que en esta ansia de consumir cada vez más rápido se puede perder parte del mensaje o todo.
Cuando damos al botón de 1.5x o 2x y aceleramos el audio de los WhatsApp, por ejemplo, eliminamos las pausas, los silencios, el acento, la entonación y la intención que muchas veces tiene el propio lenguaje. Así se podrían estar obviando detalles importantes que el otro ha querido comunicarnos o transmitirnos.
En nuestro cerebro, según distintas fuentes, albergamos hasta 4 tipos distintos de memoria:
1-La memoria sensorial
2-Memoria a corto plazo (Memoria de trabajo)
3-Memoria a largo plazo (Memoria explícita. Memoria implícita)
4-Memoria retrógrada
La memoria de trabajo es el sistema que influye en la capacidad de almacenar y manipular información durante un corto período de tiempo. La memoria a corto plazo almacena información temporalmente, mientras que la memoria de trabajo es responsable no solo del almacenamiento sino también del procesamiento de la información.
Hay investigadores que confirmaron que las distracciones a través del uso del teléfono y aplicaciones como WhatsApp estaban disminuyendo la memoria de trabajo, disminuyendo también la eficacia del aprendizaje.
Los cambios constantes en la tecnología, han contribuido a una forma de vida basada en la multitarea y la atención limitada constante.
Por lo tanto, aunque a priori, el que aumentemos la velocidad a la hora de escuchar audios no sea algo grave, si es verdad que de alguna forma nos puede hacer cambiar nuestra memoria de trabajo es decir, el cómo procesamos la información.
La comunicación interpersonal a través de teléfonos inteligentes, se ha convertido en una parte integral de nuestra vida diaria.
La realidad actual de disponibilidad en cualquier momento y lugar exige hacer frente a más de una tarea al mismo tiempo.
La multitarea se define como la capacidad de maniobrar entre tareas o como la capacidad de realizar más de una tarea secuencialmente. Los cambios recientes en nuestras vidas, provocados por la tecnología, han contribuido a una forma de vida basada en la multitarea y la atención limitada constante.
Creemos, erróneamente, que tenemos la capacidad de realizar diferentes tareas que requieren atención en paralelo, que somos capaces de gestionar dicha comunicación. Sin embargo, no controlamos ni el lugar ni la hora en que recibimos los mensajes.
No somos conscientes del precio que pagamos cuando tu atención está dividida.
Esta mañana, de camino al trabajo, me detuve un rato en el parque, frente a los Headquarters de TOTEM. Estaba llegando la primavera en el hemisferio norte y me entusiasmaba ver las primeras flores de los almendros.
El sol estaba saliendo y algunas gotas de rocía descansaban sobre las hojas de otros árboles. Unos pájaros, pequeños, bebían de ellas y luego volaban.
El césped estaba húmedo y el cielo azul celeste.
Pude disfrutar de la pausa, del silencio, del momento.
Sin necesidad de acelerar la vida, al contrario, preguntándome como ralentizarla mientras se me escurría entre mis dedos.
El tiempo es el único recurso que no podemos acumular. Y la ansiedad por aprovecharlo o reponerlo, solo nos lleva a desperdiciarlo en medio de la impaciencia. El tiempo es una joya única cuyo valor, solo puede ser apreciado al ritmo ya en nos viene dado.
Excelente artículo, gracias Andy.
Una excelente reflexión!